jueves, 31 de agosto de 2017
EL DESFILE DE TRES GENERACIONES
EL DESFILE DE TRES GENERACIONES
Por : Rodolfo Mendoza

A pesar de escribir siempre, el pedido de un gran hermano leonciopradino José Luis Villavicencio Aranibar XIX CMLP – el Imaginaria; ha tenido que pasar tres años para poder cumplir mi promesa de hacerle una reseña del desfile de tres generaciones leonciopradinas. Fue un día inolvidable, emotivo y que llenó de orgullo y agradecimiento a un hombre que fue bendecido por Dios, cuando al igual que su hijo y nieto, logró ingresar al Colegio Militar Leoncio Prado.

Querido Pepelucho, nunca es tarde para cumplir una promesa a un gran hombre y leonciopradino como tu persona, espero que la larga espera tenga su recompensa con qué te agrade mi narración. Un abrazo y… ¡Alto el Pensamiento!
Pampas de Chacamarca-Junín, tierra de la puna peruana, libre, generosa, llena de recuerdos heróicos de soldados y montoneros que ofrendaron sus vidas un 6 de agosto de 1824 en busca de consolidar la libertad. El sol hacía brillar las placas recordatorias del Monumento a los Vencedores de Junín, el viento hacía flamear las banderas que están al frente del obelisco, me acomodaba el poncho y chullo, sintiendo la helada que me hacía titiritar de frío. Caminé por la pista y mirando nostálgicamente todo el esplendor de las pampas, donde combatieron en dura batalla el general Simón Bolívar, sus soldados, montoneros y los pumpos contra el invasor, recordaba mis años de cadete del Colegio Militar Leoncio Prado, donde se acrecentó a toda nuestra promoción el amor a la patria y donde aprendimos qué, antes que todo… está el Perú.
“Se acerca el reencuentro leonciopradino”, me decía, y mirando la pista bordeada de banderas bolivarianas, recordé el día más feliz de mi vida, desfilaría junto a mi hijo mayor y su hijo, mi nieto. Fue un mes de agosto del 2014, nuestra alma mater se encontraba de fiesta ya que se celebraba, como todos los años, el reencuentro de todas las promociones egresadas del Colegio Militar Leoncio Prado, centro educativo fundado en el primer gobierno del Dr. Manuel Prado y Ugarteche, el 27 de agosto de 1943, con la finalidad de “impartir conocimientos de nivel secundario inculcando virtudes castrenses, para facilitar el buen desempeño de quienes aspiraban a ingresar a las instituciones militares”.
Nuestro colegio militar, debido a su excelencia educativa en la historia contemporánea del Perú y del mundo, gracias a la preparación de ilustres profesores, han egresado hombres que vienen cumpliendo actividad destacada en la política, profesional, empresariado, social, deportiva y literaria, que destacan a nivel nacional y mundial.
Seguí caminando, el viento silbaba, una pequeña garúa humedecía mis ropas, lo que hizo que volviera a mi mente mi último día de cadete leonciopradino…- ¡Quinto año…a formar! Era la última vez que recibiríamos esa orden militar, toda mi promoción, nos encontrábamos debidamente uniformados con la polaca blanca, quepí, pantalón azul, con el fusil y tahalí. Corrimos a la formación, siempre fui de la primera sección por lo tanto marcharíamos siguiendo a la escolta de Felipe Bustamante, Alfredo Deza, Oscar Pinto, Julio Dávila, Emilio Suárez y Carlos Quinteros. Nadie susurraba nada, todos en silencio, sabíamos que nunca más volveríamos a vernos así, en una oficial formación militar. Cuando pasamos por el estrado principal, no escuchábamos los aplausos de nuestros oficiales y público en general, estábamos absortos, vendría el último abrazo, el adiós del camarada de cuadra, de mesa en el comedor, de camarote, de aula y de tantas anécdotas que jamás olvidaríamos.
Las lágrimas eran disimuladas, yo me decía: “Vendré en su momento con mis hijos para desfilar juntos, prometo que también ellos serán leonciopradinos”. Dicen que lo último en no dejar de hacer, de un hombre, es luchar para hacer realidad sus sueños y que Dios lo permite, cuando este se lo merece. Enfrentar a la vida es un reto difícil, puede existir la firme decisión pero, como lo dijo uno de mis hermanos de promoción: “El hombre siempre necesita de alguien, de un apoyo, sea material o espiritual”. Pasaron los años y volvieron a nosotros la hermosa hermandad que iniciamos en 1959 y gracias a compañeros de promoción que se dieron íntegros, en reunirnos y organizarnos, comenzamos a vernos nuevamente, ya nos los 350 cadetes que culminamos nuestros estudios en el CMLP, poco a poco, fuimos creciendo en número de promocionales y hoy, vivimos felices de continuar esos años maravillosos de adolescentes y juventud. Médicos destacados en sus diversas especialidades nos operan, volviéndonos a la vida, profesionales que utilizan sus singularidades para apoyarnos en la diversidad de necesidades personales, laborales y otros. El mes de agosto se celebra la creación de nuestra alma mater y uno de los actos principales es el reencuentro general en el mismo colegio, donde desfilamos nuevamente todas las promociones egresadas; este acto es inolvidable por lo hermoso que es para todos nosotros, los leonciopradinos, volver a marchar por la pista central que pareciera nos aguardara con ansiedad y cada paso marcial que ejecutamos se siente hasta las cuadras de los cadetes. Mientras pasaba la escobilla por la cristina de pana de color negra con ribetes de color dorado, que luciría al igual que toda mi promoción, recordaba la noche anterior al día en que desfilaríamos por primera vez en la gran parada militar por Fiestas Patrias, integrando el batallón de cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado que constaba de seis compañías, tres de quinto año y tres de cuarto, que era la que correspondía a nosotros. Nadie dormía, unos limpiaban las vainas de la bayoneta y tahalíes, otros sacaban brillo a sus zapatos, fusil y emblemas que adornaban nuestro hermoso uniforme de gala, ¡qué gran responsabilidad y qué orgullo el que sentíamos!, como ahora que tenía el honor de marchar delante de toda mi promoción con mi hijo y mi nieto. Mi corazón -a pesar de sus setenta años- todavía estaba fuerte y sabía que no defraudaría a mi querida Décima Sexta Promoción. A mi persona, la de mi hijo y la de mi nieto, les correspondía desfilar detrás de nuestra escolta y del jefe de línea, adelante de toda la Dieciséis, lo que nos hacía sentir la obligación y deber de hacerlo bien, para orgullo de todos los componentes de una promoción que contaba con tres generaciones de leonciopradinos, el abuelo de la XVI, el hijo de la XXXV y el nieto de la LXX. Cabe destacar el sueño de un niño que anhelaba emular a su padre y abuelo: mi nieto Diego, quien gracias a sus méritos académicos como postulante y durante su internado en el CMLP, logró ser becado por la firma C.H. Toro International Ltd. Diego, terminó en el Tercio Superior en su promoción, como cadete de honor, ganó con dedicación académica y esfuerzos físicos, ser el segundo en el Curso de Monitores, por lo cual obtuvo el cargo de Monitor General de 3er. Año. Actualmente estudia Ingeniería Civil, becado en la UPC – Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, por la misma firma, por lo que guardo un gran agradecimiento a mi hermano de promoción Carlos y su esposa Liliana. El tronar de los tambores, anunciaba ya el inicio del desfile, era el turno de la XVI, me encontraba al centro, mi hijo a mi derecha y mi nieto a la izquierda, nuestro jefe de línea el general E.P. Walter Chacón, comandaba nuestra promoción, nosotros desfilábamos a continuación y seguíamos sus recomendaciones: mirada al frente, alinearse mediante la observación a los costados con el rabillo de los ojos, mirada adusta, erguidos y con prestancia, así iniciamos y culminamos el desfile, ¡qué orgullo para un veterano egresado en el año 1961!, el hecho de marchar al paso de desfile teniendo a sus costados a su hijo y su nieto, leonciopradinos como él, no sentí el cansancio, las piernas se alzaban haciendo una escuadra de 90 grados, como en los años 1959 – 1961, como en los desfiles militares, como antes, como siempre… somos leonciopradinos y seremos toda la vida, los mejores.

La emoción y henchidos los corazones de nosotros tres no tiene parangón, es indescriptible el sentir de ese hermoso momento, marchar juntos, abuelo, padre y nieto, por la pista central en la ceremonia de aniversario de nuestro querido colegio militar.
Los aplausos, hurras del público asistente y los saludos militares del coronel director y plana de oficiales en el palco de honor, avivaban aún más nuestro orgullo, nuestra satisfacción… nuestro agradecimiento. Fue el día más feliz de mi vida, gracias a Dios y a mis hermanos de la Décima Sexta Promoción del CMLP.Ahora, sentado en el lugar donde he decidido encontrar el logro de mis sueños, abro la ventana, miro el pasar de los parroquianos, la lluvia que siempre me acompaña en mis quimeras, veo el arrear de las alpacas y ovejas que llevan a pastorear, miro la luz del cielo de este mundo que cada día se oscurece más para mí y le digo orgulloso a la vida… ¡Gracias! por darme una familia que seguirá mis enseñanzas y gracias por darme, Dios mío, la gran familia leonciopradina, que me ha dado lo más hermoso de mi vida: Conocer y gozar de una gran confraternidad, un linaje, que nació cuando éramos niños y que en un tiempo de tres años maravillosos, llenos de experiencias que nos hicieron madurar y aprender que nada es imposible, que todo se puede con esfuerzos, dedicación y perseverancia, que a pesar del tiempo y la distancia, permanecemos unidos y velamos por unos y otros. La felicidad de hermanos que vuelven cada año al nido que los formó, para reencontrarse con la familia que tanto aman, me aseguran que nuestro tiempo no tiene fin, que los paraísos del cielo con sus bellos jardines, volverán a albergar a los inigualables componentes de la Décima Sexta Promoción del… Colegio Militar Leoncio Prado.
¡SEGUIREMOS BRILLANDO, SIEMPRE, COMO AZUL HOGUERA!
Rodolfo Mendoza XVI CMLP
domingo, 27 de agosto de 2017
AÑORANZAS DE UN LEONCIOPRADINO
Las dos primeras fotografías cortesía de Oscar Tejeda XXVI CMLP, las siguientes de Geo Seminario XVI CMLP.
Artículo perteneciente a la Gaceta Leonciopradina.Se acaba el mediodía de hoy domingo 26 de Agosto del 2017 y suspiro hondamente al ver la última fotografía, que publica Jorge Seminario en el Facebook., culminó el desfile del reencuentro de todas las promociones egresadas del Colegio Militar Leoncio Prado. Miro el lugar en el que me encuentro y todos los muebles, cuadros y adornos con que lo he ido embelleciendo, me parecen sin sentido, salgo a caminar y el viento enfría mi cuerpo, me froto las manos tratando de sentir calor pero es en vano, mis sentimientos llenos de añoranzas pasadas me entristecen, me hacen volver al pasado. Llego a la plazuela donde siempre esta tierra hermosa, me acoge y consuela. Sentado en la misma banca de siempre observo sus jardines y noto cómo algunas flores se marchitan y otras empiezan a florecer y me digo: “Es la ley de la vida, mientras unos cumplen su ciclo, otros empiezan a desarrollarlo”.Era el año 1959 y cuatrocientos adolescentes llegábamos con nuestras alforjas llenas de ilusiones y proyectos para nuestras vidas castrenses, que se iniciaban ese año, en el mes de Marzo. Una vez instalados, comenzamos a experimentar que no sólo era vestirse de cadete con el hermoso uniforme azulino de 21 botones dorados en el pecho, era además, vivir la experiencia de una vida militar al cien por ciento, todos vestíamos iguales con uniforme beige y borceguíes negros, todos cumplíamos los diversos servicios castrenses que regía en nuestro centro educativo. Recuerdo cómo la mayoría de la promoción aguantaba estoicamente las disposiciones llamadas fuera de lo normal: “Angulo recto cadete o veinte planchas, usted diga”, “¡Cadete de tercero, rumbo a las cuadras de cuarto año…marche!”, “Cadete cánteme una canción de Julio Jaramillo, es que estoy enamorado”, “Cadete, está usted invitado a mi cuadra a tender cuarenta camas”, “Cadete cuádrese bien, que le voy a sacar la cristina estando usted en posición de atención”, “Cadete, sí, usted cadete, camine a mi costado, pero llevando mis libros con rumbo a las aulas”, eran las tradiciones que se fueron creando año, tras año desde que ingresó la primera promoción. Poco a poco fuimos pasando de novatos a cadetes experimentados en formación, en marchar y los toques de diana a las seis horas o antes ya no nos afectaban, antes de esa hora cuando el último servicio de imaginaria nos pasaba la voz ya estábamos debidamente uniformados en ropa de deportes, de marcha de campaña, con el uniforme de aulas, o con el de gala, según las circunstancias. Sólo el Piña Urbano, se quedaba retrasado por algún motivo y pagaba las circunstancias. Los líderes de la promoción ya estaban identificados, ellos serían con el tiempo excelentes monitores de año y sección. Siempre fui un cadete que lucía merecidamente el cordón de distinguido, admiraba a quienes lograban el cordón dorado de cadete de honor. Siempre comentamos en cada reunión que los días martes era el único día de la semana en que comíamos pescado pero con menestra y los días viernes era el día del mejoramiento de rancho y nos servían hasta helado al mediodía. Gocé la mesa de los atletas y no olvido que en los desayunos nos servían lomo saltado, no era flojo, pero sí estaba enamorado y no asistía los días sábados o domingos a las competencias por no dejar de ver a mi amada.Comienza a garuar en la plazuela y me veo vestido con el capotín verde en el servicio de imaginaria, aquí se escucha el retumbar del trueno y se ve la luz que reflejan los rayos, ya no me dan miedo, solo pongo las manos en mi casaca y retorno a mi cuarto en donde después de secarme, abro la ventana y al mirar cómo corren los parroquianos, me parece ver el ir y venir de formaciones que pasaban por el frontis del pabellón central del CMLP que yo veía siempre desde mi pequeña ventana de mi cuadra del pabellón Duilio Poggi, cuando cursaba ya el quinto año. Habiendo vivido plenamente nuestros tres años inolvidables en nuestra alma mater a todos los leonciopradinos, hoy en nuestro diario vivir existen momentos en que al ponernos a recordar nos parece ayer, sí solo ayer el haber estado en el viejo cuartel Guardia Chalaca. Siempre respiramos ese olor a mar que emana siempre de la Costanera y vemos a cada momento la misma neblina que llegaba todas las noches y se acentuaban cuando ejercíamos el turno de imaginaria, la “gozábamos” más cuando por algún motivo nos castigaban y hacíamos plantón en casi la entrada por la costanera, muy cerca de la oficina de guardia. Muy pocos nos atrevimos a ingresar a conocer lo tétrico que era en su interior el edificio denominado la Atlántida, que después llamaron la Siberia. Ese olor a cera, jabón y grasa con que le dábamos mantenimiento a nuestros fusiles, jamás lo dejaremos de sentir, nos acompañará siempre cuando buscamos los hermosos recuerdos de un excelente colegio militar y de amadísimos hermanos con los que siempre tratamos de vernos, aquí en el Perú o en el extranjero, van y vienen nuestros hermanos de la Legión Extranjera, como llamamos a quienes han hecho sus vidas fuera del país, pero en cada vez que vuelven a su nido, sienten lo hermoso que significa ser…Un leonciopradino.Hace unos días recordamos los cumpleaños de Javier Serván Rocha, Humberto León Navarro y Mario Viacaba, también las partidas de Oscar Pinto con José Sánchez García, me emociono y evito las lágrimas, prefiero ver al Camión Viacaba, en toda su magnitud, fue un defensa duro de pasar en la selección de fútbol del CMLP, se comprendía con Alberto Angulo, quien recibía las pelotas que le hacía llegar Mario y se iniciaba la distribución y jugadas que aplaudíamos con alegría, con admiración y orgullo, un Flaco Deza inigualable en el arco. Una Tortuga Benavides que poseía un dribling genial y que de taquito se la pasaba a Carlos Córdova, nuestro gran Chato del Callao, que era un rompe cabezas para el equipo contrario. Pucho Vignolo, nuestro bachiche de la primera, le encantaba parar la pelota con el pecho, mirar y centrársela al mejor delantero colocado en el área chica de cuarto o tercer año. Estos recuerdos me hacen vivir y sentir felicidad por mi promoción…la gran Dieciséis, no, no quiero llorar, quiero decirle a la noche, quiero cantarle a los ángeles que mi Décima Sexta, sigue completa, viva y siempre dispuesta a reencontrarse como siempre, por más lejanos que estén, por más que existan imposibles, siempre nos buscamos, siempre llegamos a la pista central del nuestra alma mater, siempre nos sentamos juntos como antes en el comedor y volvemos a cumplir ese rito sagrado que nos une, que nos sigue hermanando personal o espiritualmente. Hoy, desfilamos nuevamente en nuestra pista central y volvimos a vivir esos años maravillosos, hoy volvimos a reencontrarnos como si no hubiesen pasado los años, hoy sellamos nuevamente esa gran hermandad que es eterna. También hoy volvimos a las mesas para compartir la misma alegría de aquellos jóvenes que compartían el orgullo de ser caballeros cadetes del CMLP.Ya no son las noviecitas de cadetes quinceañeros, hoy son nuestras esposas quienes han llegado a compenetrarse con nuestro cariño a nuestra promoción leonciopradina y emulamos, tratamos de que todos los años celebremos nuestro reencuentro como que si nunca terminara nuestro baile de promoción y así será siempre, porque nuestra hermandad es imperecedera ya que…“Nuestra historia vivida en el Colegio Militar Leoncio Prado, será siempre, lo más hermoso de nuestras vidas”.Rodolfo MendozaXVI CMLP
REENCUENTRO EMOCIONAL
https://1drv.ms/f/s!AhBkF4cfsp7g1RFAqzn5rTjfF5FJ fotos varias
https://youtu.be/KDqKH-yU8ak video de Oscar Tejeda
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