miércoles, 4 de octubre de 2017

REENCUENTRO EN LA MELCHORITA



Nos volvimos a reunir después de casi dos meses para nuestro almuerzo de los miércoles en la Melchorita.  Llegue un poco tarde y encontré medios tristones a Berto y a Ricardo. Berto estaba bien peinado y con los ojos saltones de alegría,.(parece que no le toma mucho tiempo peinarse ahora y el neguito estaba pensativo asegurando seguro que ya no llegaba). Es que estaba saliendo de un proceso bronquial y camine lentamente y además porque fui a recoger a la imprenta los últimos borradores del libro para que sea revisado por ellos. Al entregárselo les vino la sonrisa y ganas Al rato llega Ricardo Castro, todo serio pero con buena onda. Entre los Ricardos tienen sus secretos filatélicos y aprovechan estas reuniones para intercambiar sus figuritas


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Nos contaba que había tenido a sus hermanos ,de la XVIII y de la XXII casi 40 dias por eso no podía estar antes con nosotros. Les conté que anoche no pude ir al lomito porque no me sentía aun bien y supe que había llegado Pedro Caballero al que le había dicho a ver si se podía dar una vuelta para verlo.
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Conversabamos amenos y todos levantan la cara y sorpresa¡¡¡ era Pedrito con su sonrisa y derrochando alegría. Está bien y contento de estar por aca . lo bueno es que vamos a tenerlo 6 meses con nosotros. Va a sacar su dni y para eso trajo sus reliquias documentarias. Muy contento y nosotros también. Nos alimentamos emocionalmente y terminamos muy satisfechos.
Pedro nos contaba lo bien que se sintió en su periplo en moto. Estaba muy contento de haber viajado tanto pero principalmente lo bien que había sido atendido en cada uno de los sitios en donde se junto con un corazón de la XIX. Cada uno a su manera lo atendieron exquisitamente. Pepe Pajares, Lalo Colchado ,Lou no ,no de el no quiere hablar jajaja, Agustin Pasalacqua, Antonio Wong,Jorge Lozano y Santiago Porto. Que grato e escucharlo y sentir su emoción. Seguira viajando. Se ira a Arequipa a visitar a su hermano mayor. Eestará en el reencuentro de la cuarta el 19 de Diciembre en el Lomito.

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Ricardo Gonzalez estaba feliz de su participación en el campeonato de atletismo master realizado en Chiclayo. Trajo dos medallas una en salto alto y la otra en lanzamiento de bala. Sigue vigente siempre, tanto así que estaba feliz porque nunca se había comido un cabrito…de leche en Monsefúuu. Uds. Saben que cuando comienza a hablar no para y nos contagió el apetito al escucharlo los ricos potajes chiclayanos que comió. Estuvo acompañado de Oscar Canqui.

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Y así se nos pasó el tiempo como siempre pero nos quedamos recargados de afecto y energía.
Le pedí al mozo que tomara una fotos y dejo el dedo en el botón salieron 250 fotos en ráfaga. Conchhhhhhh.

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Al despedirnos nos tomamos un selfie y fue la risa porque no entrabamos en el cuadro. Igual la hicimos

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Gracias hermanos por su valiosa compañía.
Un fuerte abrazo

Pepelucho


lunes, 2 de octubre de 2017

El Imaginaria y mis recuerdos



Mientras el oficial de guardia, sentado en su escritorio en el Detall, fumando un cigarrillo y repasando las órdenes recibidas de la jefatura del batallón del CMLP, los cadetes a cargo del servicio de Imaginaria nos abrigábamos con nuestros capotines verdes listos a cumplir con el servicio nocturno, todos los cadetes de mi sección estaban callados y pensativos, compungidos, y solo se miraban unos a otros sin pronunciar palabras. Y en la cuadra de Marco Antonio Beas Sarria todos con sus cabezas descansando sobre sus manos miraban el techo sin poder dormir, la litera de nuestro hermano se encontraba vacía, únicamente con el colchón sin las sábanas y frazadas puestas. Nuestros uniformes de gala y fusiles estaban listos para que al día siguiente saliéramos al gran desfile de Fiestas Patrias.
El corneta hizo durar su melancólico toque de Silencio, nunca lo sentí tan triste como esa noche, me encontraba frente al soldado en el patio de las cuadras de cuarto año y sentía un nudo en la garganta ¿por qué? me preguntaba a mí mismo, si al día siguiente desfilaríamos por primera vez en una parada militar por el día de la celebración de nuestra independencia. Agarré fuerte el correaje del fusil y empecé a repasar los camarotes de mis compañeros de sección de la cuadras A y B. Algunos como Roberto de Salas intentaban cerrar sus ojos para ver si podían caer en los brazos de Morfeo; quizás el cariño de hermanos que ya se había consolidado en nuestros corazones, hacía que sintiéramos el presentimiento de que un dolor muy grande se acercaba, nadie comentaba sobre el desfile, nadie quería conversar o hacer chistes como todas las noches, ni siquiera los enamorados nos hablaban de sus amores de juventud.
Los vientos de la mar esa inolvidable noche me hacía temblar de frío o quizás era el dolor que se había apoderado de toda una promoción lo que congelaba nuestro cuerpo y corazón. Cuánta alegría, felicidad y orgullo habíamos podido observar en Marco Antonio, su ingreso al colegio militar. Fue para él un gran triunfo, amaba a nuestra alma mater, soñaba con seguir vistiendo el uniforme de la patria, siempre estaba presto a apoyar a sus compañeros de sección, siempre primero en acatar las disposiciones militares a pesar de su físico aparentemente endeble pero fuerte en su espíritu de colaboración. Nuestro hermano se encontraba en el Hospital Militar, internado por una grave enfermedad, sus compañeros de sección que habían ido a visitarle trajeron la triste noticia que se había agravado y que no podría superar la leucemia que lo consumía, además sus palabras fueron de aliento a su querida Dieciséis para que cumpliéramos en ser los mejores el día del desfile por fiestas patrias, que él estaría con nosotros en el batallón, cumpliendo su sueño de marchar entre todos nosotros con su uniforme de gala y su fusil al hombro, al paso de desfile. A la mañana siguiente, todos al paso ligero salimos para demostrar lo grande que era la XVI CMLP, las cuadras quedaron vacías, un solitario fusil, el de Marco Antonio, se quedó esperando por él. Así fue, queridos leonciopradinos, esa mañana soleada, parecía que el día se había iluminado con los rayos del sol para que un caballero cadete, apoyado por el Señor nuestro Dios, pudiese vestirse de azul con botones dorados y trasladado por los ángeles del cielo, se acomodase entre su sección y con la mirada al frente, con el arma bien agarrada, marche con su amada promoción en el día de la celebración de la independencia de la patria.Cuando pasamos marchando por el frontis del Hospital Militar, sentimos su presencia, su emoción y cantando nuestro himno del Colegio Militar Leoncio Prado, si, señores, fuimos los mejores, los más excelentes caballeros cadetes con Marco Antonio Beas Sarria entre nosotros, marchando al paso de desfile con el gran orgullo y emoción que se siente como peruano, como leonciopradino. No habrá mayor satisfacción en nuestras vidas que ese instante en que el palco principal y todo el público presente nos aplaudieran en muestra de elogio a nuestro paso airoso y elegante.
Fue un día maravilloso para la gran Décima Sexta Promoción, sentimos orgullo inmenso al desfilar por la avenida Brasil al compás de la banda de guerra, pudimos demostrar lo grandiosa que era la formación militar en el Leoncio Prado, un colegio lleno de prestigio gracias a sus instructores militares y excelentes profesores académicos. Sin embargo nuestros corazones sintieron además lo que significaba a nuestros catorce años perder a un hermano, muy jóvenes tuvimos la triste experiencia de que uno de nuestra compañía, uno de nuestros queridos hermanos tuvo que irse al cielo, quedamos desconcertados, no pensamos que viviríamos esa triste realidad, como es la de sufrir en carne propia un dolor tan inmenso que nos afectó prematuramente. Nos hacíamos hombres a una edad temprana. Marco Antonio Beas Sarria desde el balcón de su piso y con autorización de su médico, pudo ver a su promoción, a sus hermanos, marchar gallardamente, demostrando que éramos consagrados caballeros cadetes del primer colegio militar del Perú. Después de ese momento inolvidable para él, pudo sentirse feliz y voló entre un hermoso canto de los ángeles, al paraíso de Jesús y María.
Pasaron los años, y como queriendo continuar esa hermosa vivencia que pasé en el CMLP, presenté al concurso de admisión a mi hijo mayor, cuando lo visitaba me parecía estar con mis queridos hermanos, en cada rostro pretendía ver a un compañero de mi sección. Uno de esos momentos me pasé de hora y me quedé hasta tarde, su capitán jefe de año pertenecía a la XVIII por lo que me concedía esas inapropiadas visitas, comprendía que mi trabajo era viajar constantemente por todo el Perú y poco tiempo tenía para ver a mi primogénito. Volví a escuchar el toque de Silencio por el soldado de servicio y me hizo verme nuevamente vestido de beige con borceguíes y capotín verde. Caminé por toda la cuadra de tercero, pasé a la de cuarto año y recordé precisamente lo que acabo de narrarles sobre mi hermano Marco Antonio Beas Sarria, no podía dejar de ir al pabellón Duillio Poggi, las cuadras de quinto año, me arriesgué y me senté en una de las bancas que todavía existían, era el año 1978. Desde allí pude observar cómo los imaginarias se cuadraban al oficial de servicio para el parte que se llevaba a cabo cada dos horas. Sentía el frío de siempre, el viento que hacía helarse mis orejas, la garúa permanente por estar muy cerca del mar mojaba mis cabellos y además mojaba mi rostro. Sin embargo -podrán comprenderme- todo ello me agradaba, qué bellos momentos pasé en mi querido CMLP, cuántos turnos de imaginaria con sus más relevantes recuerdos volvían a mi mente: los eternos enamorados contando sus amoríos y desesperación por el fin de semana, los estudiosos que pedían apoyo para ir a estudiar al baño y aprovechar la luz, los que querían arreglar sus diferencias en el estadio o malacate, los “contreros” que pedían solo una hora para ir y volver, los que gritaban ¡MI SUBOFICIAL! porque querían dormir y los conversadores eternos no los dejaban, los que no se arropaban bien y había que abrigarlos para evitarles un resfrío, los que gustaban dormir al “naturalazo”, que era no arreglar bien su litera por flojera, los que querían que el imaginaria permitiese la presencia de un cancito para que le arregle el camarote y lustrar sus borceguíes, los que gritaban en los baños ¡Me arde, estoy quemado, llévenme a la enfermería por servicio! los buceadores en tercero que por debajo de las literas llegaban hasta el ropero del que recibía grandes cantidades de frutas y demás golosinas, también los jugadores de dados en las noches de los viernes. “Cosas de muchachos” nos dice ahora nuestro Teniente –en esos años maravillosos– el coronel, Víctor Aguirre Moreno, quien siempre sigue a nuestro lado en las diversas actividades como excadetes y grandes amigos.
Pasaron cincuenta y cinco años después de egresar del CMLP y gracias a mi promoción, singularmente un hermano de sección, mi nieto pudo ser becado por una empresa norteamericana. Volví al modernizado Colegio Militar Leoncio Prado. La infraestructura es diferente, los uniformes también han sido renovados, pero el sistema cívico-militar sigue siendo el mismo, la rutina que aprendimos y que nos ha hecho buenos hombres sigue enseñando a las nuevas generaciones con el mismo resultado positivo y que el joven que egresa ya está preparado para afrontar la vida en lo que respecta al liderazgo que se aprende siendo caballero cadete de nuestra alma mater. Mi descendiente del cual vivo orgulloso ha demostrado que su sueño de ser leonciopradino lo ha superado en lo referente a su abuelo y a su padre. Gracias a su formación de buenos monitores de sección, Técnicos –antes suboficiales-, oficiales y lo que él se propuso lo consiguió a base de esfuerzo y dedicación, ingresó entre los 30 primeros, fue brigadier de su sección, tuvo el honor de llevar el gallardete de 3ro. y 4to año, además logró ser el número dos en el Curso de Monitores, Monitor General de 3er. año y gracias a que terminó sus estudios, como cadete de honor, en el Tercio Superior de su promoción ingresó a dos universidades antes de culminar sus estudios de 5to. Año. Seguirá la carrera profesional de ingeniería civil e inglés, sigue becado por la misma empresa norteamericana a la cual guardo mi más grande agradecimiento.
Cuando retorno cada noche del parquecito del pueblo en el que me encuentro, lo hago mojado y friolento, siento que esa vivencia es buscando que volver a vivir esos años tan maravillosos; llego a mis aposentos y después de la higiene correspondiente, me pongo el pijama, me acuesto sobre la cama y cruzo mis manos debajo de mi cabeza, vuelvo a sentir esas noches de imaginaria en el CMLP, me siento feliz por mi nieto, cierro mis ojos y vuelvo a ver al chinito Koo Wong, al flaco Octavio Merino haciéndolo renegar, a Carlos Toro que en el aula me sentaba a su izquierda y compartí sus sueños de hacer su vida en los Estados Unidos, me sonrío recordando el cuento del lorito eléctrico que narraba Carlitos Verano, veo la seriedad de Tácito Rodríguez al querer irse al estadio para arreglar sus diferencias, de chiquillos, con Pucho Vignolo, miro a Pedro Berrocal queriendo dormir al naturalazo y además me veo cubriendo el cuerpo del Lorito Cuba Solari quien dormía siempre estirando sus piernas y se desabrigaba. Qué recuerdos tan inmensos en amor de hermanos, imposible que se borre de mi mente la actitud solidaria de Dante Balleggi, cuando en tercero pidió quedarse conmigo a una tarea de encerar y tender camas de dos cuadras, que me dispusieron las vacas de la XIV.
El importante turno de imaginaria es lo que nos hace madurar como soldados, como amigos, como hombres de bien, el cumplimiento de ese servicio militar es velar por el compañero de armas, cuidar de su seguridad y de su salud. Cada dos horas se cambia de turno y el que lo recibe tiene que conocer todas las ocurrencias y así mismo debe anotar cualquier suceso durante su servicio, En nuestra adolescencia y juventud ese servicio hace crecer nuestros sentimientos de hermandad y de responsabilidad. Son inolvidables las bellas remembranzas que cada promoción tiene de sus años maravillosos, en que fue un caballero cadete del… Colegio Militar Leoncio Prado.
¡SEGUIREMOS BRILLANDO, SIEMPRE, COMO AZUL HOGUERA!
Rodolfo Mendoza XVI CMLP