Ing. Luis Gutiérrez Aparicio Mg.
Paradero de Puente Nuevo en el día 71 de cuarentena.
Fotos: Violeta Ayasta y Lino Chipana
Mientras llega la vacuna, esto es, durante un año y medio, exactamente el tiempo que queda de gobierno al Presidente Martín Vizcarra, tendremos emergencia sanitaria, donde el transporte público será foco de contagio.
En transporte público se hace aproximadamente el 75% de los viajes de transporte motorizado en las ciudades del Perú, en las que viven el 80% de la población nacional. La demanda cautiva del transporte público es la población de menores ingresos que no tiene otra opción, salvo caminar o no moverse.
Una vez más la pandemia se ensañará con los más pobres si no se aplican medidas en la proporción que exige el drama que se avecina.
Aquí ofreceremos una idea del impacto de no hacer nada o poco en transporte público urbano, y sugerencias para sacar adelante una rápida y enérgica acción que deberá conducirse desde Palacio de Gobierno, el MEF y el MTC, con participación ciertamente de todas las autoridades pertinentes en todos los ámbitos nacionales y subnacionales.
Hasta hoy, se han tomado razonables medidas que van desde la aplicación de protocolos sanitarios de limpieza y distanciamiento social en paraderos y vehículos, hasta medidas para evitar la concentración de los usuarios promoviendo el escalonamiento de horarios y el transporte no motorizado como el sistema de transporte individual sostenible (SITIS) en Lima-Callao. Estas medidas no sólo son insuficientes, sino que lamentablemente tienden a generar efectos poco deseables que deberían preverse con sentido de urgencia.
En primer lugar, cuestionan la viabilidad financiera del transporte público formal. Menos aforo (en estricto debe ser menor del 40% de lo usual), con las mismas tarifas, no permitirán cubrir los costos de operación. Ya los transportistas con toda razón están demandando compensaciones. Pretender cubrir esa brecha con aumento de tarifas sería algo que podría calificarse de inhumano, dada la penosa situación económica de los usuarios.
Entonces, lo recomendable es que el MEF y el MTC diseñen un programa de rescate financiero del servicio del transporte público. Pero, ¿sería bueno destinar un cuantioso subsidio a este rescate, que daría continuidad a pésimas empresas y servicios, que son una inmensa mayoría?
Esta es una dura disyuntiva. Quedarnos inactivos a este respecto podría inducir la quiebra, descomposición y eventual pulverización de mal transporte público actual, para dar paso a un dominio o generalización del transporte individual e informal, sea por auto privado, taxis, colectivos, mototaxis y motos. Esto es, se incrementarían la congestión, la contaminación y el uso ineficiente del espacio público. Nuestras ciudades se harían más invivibles.
En este contexto parece que no quedaría otra alternativa responsable que subsidiar puntualmente a los operadores que cumplan estrictamente con los protocolos COVID (penalizando a quienes no lo hicieran), al mismo tiempo que se acelera la implementación de los sistemas integrados de transporte encargados a la ATU para Lima-Callao y a PROMOVILIDAD para las ciudades del interior. Una tarea imprescindible debe ser la fiscalización del cumplimiento de los protocolos COVID de parte de operadores y usuarios, reforzada con campañas comunicacionales de concientización.
Lima-Callao, donde las proporciones del problema son mayores, tiene una ventaja. Cuenta con una extraordinaria y completa base de datos de demanda y oferta de viajes, levantada en 2019 por el consorcio español contratado para el Plan Maestro del Transporte Masivo de Lima-Callao al 2050.
Con esa información se podría modelar en corto tiempo las líneas de deseo de viaje que incorporen al 2021 los factores de cambio por tele educación, teletrabajo, telecompras, escalonamiento de horarios, incremento del transporte no motorizado, y otros similares, de tal forma de contar con una proyección realista de la nueva matriz de demanda.
Esto sería la base para reestructurar todo el sistema de transporte con un enfoque de integración y eficiencia de rutas y servicios, y proyectar nuevas concesiones en muy pocos meses. Para ser más eficientes y rentables, esas concesiones deberían ser de índole territorial, a manera de cuencas tronco-alimentadoras (como en Brasil, Chile y Arequipa), integrando una red de corredores estructurantes como el Metro, Metropolitano y Complementarios, y priorizando decididamente al transporte masivo y no motorizado, ante otros modos.
De esta manera, con una oferta estructurada, en términos físicos, operacionales y empresariales, sería posible avanzar un agresivo proceso de sustitución de flota, que permita incorporar buses de mayor tamaño por economía de escala y no contaminantes (eléctricos, a gas, híbridos)
Este proceso ciertamente exigiría una rápida transformación digital de la gestión del transporte público, con generosas aplicaciones de inteligencia artificial y big-data, que facilitaría el control de la flota, el monitoreo de la demanda, la información en tiempo real a los usuarios y una recaudación digital muy amigable.
Un sistema integrado de transporte con estas características de calidad y eficiencia, si nos protegería ante la pandemia. Y podríamos como sociedad transferir recursos para que funcione honrando el derecho de todos los ciudadanos a la movilidad, con tarifas asequibles.
Cerramos este ejercicio de formulación de una política pública de emergencia sana, sugiriendo al MEF y el MTC que hagan uso de un modelo financiero como el que desarrolló el equipo del sistema integrado de transporte (SIT) de Arequipa, para ponderar apropiadamente los recursos que deberán transferirse al sector para hacer posible esta propuesta de reconversión de emergencia del transporte público de todas las ciudades del Perú, hacia sistemas integrados de transporte en ciudades para la vida, que permitirán una chatarrización total, una inversión sostenida para modernizar la flota, y una operación eficiente con premisas tecnológicas de punta y con una tarifa integrada, competitiva y socialmente inclusiva.
Dada la extrema gravitación de este tema para encarar la pandemia seria recomendable la conformación de un comité de crisis multidisciplinario (con un cuarto de guerra digitalizado como en la organización de los Panamericanos), en directa relación con Palacio de Gobierno, el MEF, el MTC y el Comité COVID Salud, para monitorear la pandemia y realizar la reconversión del transporte público urbano siguiendo las pautas aquí sugeridas.
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