Rodolfo ‘Tombito’ Mendoza XVI CMLP
En la sierra peruana, en el mes de mayo, empieza la helada, comienza con un suave viento que va enfriando el rostro y después todo el cuerpo, camino apresurado, entro a mi cuarto, prendo la estufa y empiezo a preparar un chupecito a base de charqui, habas, leche, choclos, zapallo, queso, papas amarillas, especias y hierbas aromáticas, pongo mis manos cerca del fogón y mi cuerpo empieza a calentarse. Tomo entonces una taza llena de maíz tostado y trozos de queso, me siento en mi sillón preferido y empiezo a recordar- volviendo a la hermosa etapa de estudiante – que el frío es algo que aprendimos a soportar en el Colegio Militar Leoncio Prado, nuestros turnos de imaginaria lo hacíamos bien cubiertos con el capotín verde, confeccionado con un paño grueso, importado del Canadá.
Al día siguiente empezarían las olimpiadas internas en nuestro querido CMLP y los cadetes del servicio de imaginaria, muy diligentes, nos preocupábamos por vigilar que nuestros deportistas durmieran bien protegidos del frío, un resfrío podía impedir una medalla de oro; en mi sección teníamos a Carlos Verano, Pucho Vignolo, Alberto Angulo, Koo Wong, Teddy Quiroz, Kike Vargas Machuca y otros que la memoria me falla. Varios de nosotros, sobre todo los que participábamos en las competencias de selección, también anhelábamos intervenir en nuestras especialidades y nos reventaba el ego, pero a la hora de las competencias oficiales, nos entregábamos totalmente emocionados al apoyo a nuestros seleccionados, las medallas de oro, plata y bronce eran bien disputadas y la celebración al ganarlas, armaba un loquerío en todas las cuadras de los perros, chivos y vacas. Los hurras y aplausos característicos no paraban durante todo el día.
Las Olimpiadas Internas de nuestro colegio militar, es quizás lo que más nos emociona al recordarlas, los profesores de educación física y entrenadores nos preparaban bien, a todo aquel cadete que se le viera aptitudes para destacar en atletismo, fútbol, basquetbol y otras actividades del deporte, los seleccionaban y les aconsejaban para que se dediquen en las especialidades que destacaban. Los años sesenta fue la época de oro en el atletismo, década en que el Colegio Militar Leoncio Prado dio al Perú, campeones sudamericanos, que hasta hoy son recordados con cariño y admiración. Nuestro viejo estadio se colmaba con los cadetes de los tres años y las diversas competencias se desarrollaban llenas de emoción y gran alegría, casi siempre quinto año se llevaba el campeonato. El ganar una medalla de oro para los cadetes de tercero y cuarto año, era motivo de gran algarabía, el colegio retumbaba, como hasta hoy, esa rivalidad sana, continúa y cuando en las diversas categorías se llega primero en alguna de las competencias, se arma el loquerío y los vivas se escuchan hasta muy adentro del mar de la Costanera.
Los Juegos Deportivos Leonciopradinos, organizados por nuestra Asociación Leonciopradina, es también lo más emocionante ahora en nuestras vidas de excadetes, es volver a esos años tan hermosos de grata recordación. Volvemos a rivalizar como antaño y es sobre todo la fuente de confraternidad ya que nos encontramos y continuamos esa gran hermandad, no solo con los que compartimos los tres años de estudiantes, sino que además con hermanos menores y mayores componentes de promociones de distintas épocas.
Al día siguiente empezarían las olimpiadas internas en nuestro querido CMLP y los cadetes del servicio de imaginaria, muy diligentes, nos preocupábamos por vigilar que nuestros deportistas durmieran bien protegidos del frío, un resfrío podía impedir una medalla de oro; en mi sección teníamos a Carlos Verano, Pucho Vignolo, Alberto Angulo, Koo Wong, Teddy Quiroz, Kike Vargas Machuca y otros que la memoria me falla. Varios de nosotros, sobre todo los que participábamos en las competencias de selección, también anhelábamos intervenir en nuestras especialidades y nos reventaba el ego, pero a la hora de las competencias oficiales, nos entregábamos totalmente emocionados al apoyo a nuestros seleccionados, las medallas de oro, plata y bronce eran bien disputadas y la celebración al ganarlas, armaba un loquerío en todas las cuadras de los perros, chivos y vacas. Los hurras y aplausos característicos no paraban durante todo el día.
Las Olimpiadas Internas de nuestro colegio militar, es quizás lo que más nos emociona al recordarlas, los profesores de educación física y entrenadores nos preparaban bien, a todo aquel cadete que se le viera aptitudes para destacar en atletismo, fútbol, basquetbol y otras actividades del deporte, los seleccionaban y les aconsejaban para que se dediquen en las especialidades que destacaban. Los años sesenta fue la época de oro en el atletismo, década en que el Colegio Militar Leoncio Prado dio al Perú, campeones sudamericanos, que hasta hoy son recordados con cariño y admiración. Nuestro viejo estadio se colmaba con los cadetes de los tres años y las diversas competencias se desarrollaban llenas de emoción y gran alegría, casi siempre quinto año se llevaba el campeonato. El ganar una medalla de oro para los cadetes de tercero y cuarto año, era motivo de gran algarabía, el colegio retumbaba, como hasta hoy, esa rivalidad sana, continúa y cuando en las diversas categorías se llega primero en alguna de las competencias, se arma el loquerío y los vivas se escuchan hasta muy adentro del mar de la Costanera.
Los Juegos Deportivos Leonciopradinos, organizados por nuestra Asociación Leonciopradina, es también lo más emocionante ahora en nuestras vidas de excadetes, es volver a esos años tan hermosos de grata recordación. Volvemos a rivalizar como antaño y es sobre todo la fuente de confraternidad ya que nos encontramos y continuamos esa gran hermandad, no solo con los que compartimos los tres años de estudiantes, sino que además con hermanos menores y mayores componentes de promociones de distintas épocas.

“Ganar una medalla, es el símbolo de la calidad deportiva… Ganar sólo el puntaje, es el símbolo de amor a nuestra querida promoción”
Hoy, después de más de cincuenta años, todavía quienes nos dieron la inmensa alegría de celebrar
los campeonatos en las olimpiadas internas en el CMLP, nos siguen regalando con ese mismo entusiasmo y calidad tan ansiadas medallas que simbolizan nuestra superioridad deportiva, que nos enorgullece como antaño, pero sin embargo hoy, existen hermanos que nunca participaron, que no llegaron a las marcas para ser seleccionados, que a pesar de tener capacidades atléticas dieron preferencia a sus estudios académicos, sacrificando sus anhelos de gloria deportiva. Hoy, como si el tiempo hubiese retornado a esos años gloriosos, a esos años de ensueño, de emoción, de febril competencia, hoy participan y unos nos entregan con el corazón medallas de oro, de plata y de bronce y otros no obtienen ninguna medalla, pero sí nos regalan ese sacrificio físico que pudiese afectarlos en su salud, sí nos regalan el entusiasmo de verlos correr, nadar, de verlos saltar las varillas y lanzar las jabalinas que nunca entrenaron pero que nos hacen ganar puntos para el cómputo oficial, sí, nos hacen felices al conservar nuestras hazañas deportivas y que, emocionados, los aplaudimos y vivamos, como si estuviéramos en los años de tan hermosa gloria, en las cuadras de los perros, chivos y vacas, muy felices, cantando y levantándolos en hombros, vivando a nuestras queridas promociones.
Gracias muchachos leonciopradinos, gracias, por este entusiasmo, entrega deportiva y gran cariño a nuestras diferentes promociones, del… Colegio Militar Leoncio Prado.
Hoy, después de más de cincuenta años, todavía quienes nos dieron la inmensa alegría de celebrar
los campeonatos en las olimpiadas internas en el CMLP, nos siguen regalando con ese mismo entusiasmo y calidad tan ansiadas medallas que simbolizan nuestra superioridad deportiva, que nos enorgullece como antaño, pero sin embargo hoy, existen hermanos que nunca participaron, que no llegaron a las marcas para ser seleccionados, que a pesar de tener capacidades atléticas dieron preferencia a sus estudios académicos, sacrificando sus anhelos de gloria deportiva. Hoy, como si el tiempo hubiese retornado a esos años gloriosos, a esos años de ensueño, de emoción, de febril competencia, hoy participan y unos nos entregan con el corazón medallas de oro, de plata y de bronce y otros no obtienen ninguna medalla, pero sí nos regalan ese sacrificio físico que pudiese afectarlos en su salud, sí nos regalan el entusiasmo de verlos correr, nadar, de verlos saltar las varillas y lanzar las jabalinas que nunca entrenaron pero que nos hacen ganar puntos para el cómputo oficial, sí, nos hacen felices al conservar nuestras hazañas deportivas y que, emocionados, los aplaudimos y vivamos, como si estuviéramos en los años de tan hermosa gloria, en las cuadras de los perros, chivos y vacas, muy felices, cantando y levantándolos en hombros, vivando a nuestras queridas promociones.
Gracias muchachos leonciopradinos, gracias, por este entusiasmo, entrega deportiva y gran cariño a nuestras diferentes promociones, del… Colegio Militar Leoncio Prado.
¡SEGUIREMOS BRILLANDO, SIEMPRE, COMO AZUL HOGUERA!
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