sábado, 29 de abril de 2017

José Luis Villavicencio ARANIBAR PEPELUCHO XIX PROMOCIÓN CMLP


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Durante toda la historia del Colegio Militar Leoncio Prado, se van creando leyendas vivientes que jamás dejarán de existir y vivirán en nuestros corazones hasta el fin de los tiempos, porque así se formaron, así surgieron por al amor a nuestra alma mater. Uno de ellos es inconfundiblemente nuestro querido hermano José Luis Villavicencio Aranibar, muy querido por todos nosotros los excadetes, como… PEPELUCHO.
Era el 2012, el triste año en que demolerían el viejo cuartel Guardia Chalaca, convertido en el Colegio Militar Leoncio Prado desde 1943. Cuna de grandes hombres que hoy enorgullecen a la patria. José Luis Villavicencio Aranibar, un excelente leonciopradino, se encontraba frente al mar de la Costanera viendo cómo las olas muy enfurecidas reventaban fuertemente contra los peñascos del acantilado al frontis de nuestro colegio, como si protestara con su furia por ser el último día de existencia de nuestra antigua edificación que albergara a 67 promociones. Se erigiría un nuevo edificio, buscando la modernidad para las nuevas generaciones.
Era verano y sin embargo la mañana era nublada y fría, Pepelucho recibe la autorización de ingreso y raudo ingresa dejando su identificación y corre al lugar de las cuadras de 5to. Año, pabellón denominado “DullioPoggi”, eterno y mudo recinto sagrado, testigo de la culminación y consagración del caballero cadete del Colegio Militar Leoncio Prado. Fatigado y con el triste sentimiento de todo leonciopradino, deja caer lágrimas de un profundo dolor, suspira hondamente y solloza entre los ladrillos y cemento regados por todo el lugar, zona sagradapor ser el fortín de los técnicos que al llegar a ocuparlo, es para todos ellos la consagración, al convertirse no solo en los cadetes de mayor grado, sino en responsables de la formación de la nueva promoción a quienes dan sus enseñanzas con ejemplos que vienen de viejas tradiciones,dejándoles como herencia sus virtudes y ejemplos de jóvenes de honor.
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Excuadras de 5to. Año Dullio Poggi. Lugar sagrado del batallón de cadetes.
José Luis Villavicencio Aranibar, se sentó en una de las bancas que habían quedado momentáneamente intactas y su nostalgia lo llevó al año 1957 en la localidad de Huancayo, recordando cuando tenía 9 años y vio cuando un cadete leonciopradino, con su hermoso uniforme de gala, ayudaba a una campesina a subir al ómnibus, unos bultos sin importarle ensuciar su uniforme de gala. Eso fue impactante en Pepelucho y se lo comentó a su querida mamá Vicky, pidiéndole que lo apoye a postular a nuestro querido colegio militar.
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Sus padres José Luis y Victoria acompañados por sus padrinos Alfredo y Eva Bragagnini.
Nacería desde ese día uno de los más destacados leonciopradinos que ama fervientemente a su institución escolar – militar. Creó El Imaginaria, una página en Internet que se suma a otras publicaciones, donde cada excadete puede volcar todos sus sentimientos que le ha dejado como herencia su alma mater, el Colegio Militar Leoncio Prado. Pepelucho es el hermano que nos tiene al día, además, con cantidades de fotografías y narraciones que perennizan desde su ingreso y de todas las actividades, ceremonias, Juegos Deportivos de la Asociación Leonciopradina y CMLP. Tomas de hechos de diferentes índoles que todos siempre esperamos y guardamos en nuestro cofre de los recuerdos, gracias al soñador que en la localidad de Huancayo, decidió ser un leonciopradino.
Nació en la bella ciudad de Abancay y por la búsqueda de su padre en surgir en la vida para el bien de su familia se trasladaron en diferentes años – cada vez que ascendían al patriarca de los Villavicencio que trabajó siempre en el Ministerio de Fomento y Obras Públicas – a Cusco, Ica, Huancayo, donde dejó lindos recuerdos en el Colegio Salesianos y, en 1959 – 1961 a la soleada ciudad de Chiclayo, donde estudió en el Colegio Nacional de San José, de donde salió para cumplir su hermoso sueño de ser un caballero cadete leonciopradino en 1962. Doña Vicky Villavicencio apoyó siempre a su querido hijo y por razones de economía el jefe de familia aceptó la condición de la mamá de Pepelucho, solo en el caso de salir becado, nuestro hermano podría estudiar en el primer colegio militar de la República. Don José Luis Villavicencio padre, siempre fue durante toda su vida un extraordinario buen amigo, alegre y colaborador, así como también aficionado a la música; Tuvo como compadres a dos grandes personas, don Alfredo y Eva Bragagnini, que amaron a Pepelucho como si fuera su mismo hijo y lo acogieron en su casa durante los tres años de ser leonciopradino.
Con sus maletas llenas de ilusiones y esperanzas José Luis hijo, llegó al barrio de Lince y dio todo de sí para ingresar becado, no habían pruebas físicas ni intelectuales que no aprobara con excelencia, sin embargo la “pelea” era fuerte entre los postulantes, se habían presentado más de 1,000 jóvenes que no cabían en el comedor el día del examen académico. Su puesto final después de un excelente examen de presencia, quedó en el puesto 122 y únicamente 100 eran los becados; nuestro querido personaje de esta semblanza, no lloró sino más bien fue a la imagen de la Virgen María y le dio las gracias por haberle dado la oportunidad de haber tenido un lindo segundo hogar y la satisfacción de haber logrado aprobar el Concurso de Admisión al CMLP y llamó a su madre para comunicarle su viaje de regreso a casa. La inolvidable y querida mamá Vicky le contesta:
– “José Luis, hijo mío, tu padre me encargó decirte que nos vamos a Cusco nuevamente y que estando seguro de tu ingreso, gracias a tu esfuerzo de siempre en los estudios, te comunique además que todo está solucionado y que no te preocupes. Tu matrícula está asegurada. Te felicito hijo mío, tu padre está muy orgulloso al igual que yo, somos felices de que tu gran sueño se haya cumplido y estamos seguros que serás un excelente cadete. Felicitaciones y un beso muy grande José Luis”.
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Mamá Vicky, siempre en toda su vida apoyando a su querido Pepelucho.
El excelente caballero cadete José Luis Villavicencio Aranibar, tampoco lloró, solo salió al patio y dio un gran grito saltando de alegría. Luego abrazó y besó a sus padrinos don Alfredo y Eva Bragagnini a quienes jamás olvida y recuerda siempre el inmenso cariño que siempre tuvieron para con sus padres y él.
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La nueva promoción XIX CMLP con Pepelucho en el año 1962
No cabía una mayor felicidad para los adolescentes que se incorporaban a su nueva vida escolar-militar en el primer colegio militar del Perú. Papelucho era uno de los nuevos “canes” más felices el gran día del internamiento al colegio que tanto esfuerzo dedicaron en el Concurso de Admisión, para poder convertirse en caballeros cadetes leonciopradinos. Felices, con el orgullo rebosante y deseos de convertirse en verdaderos soldados marchaban con el uniforme de aulas rumbo al cumplimiento de sus anhelos de adolescentes. Es una emoción indescriptible a la edad de trece años, cambiarse a la vida castrense, dejando atrás una vida diferente, ya que ser leonciopradino significa llevar los uniformes conforme al reglamento militar y a partir del primer día en nuestra alma mater, iniciamos una rutina permanente de reglamento castrense, que cumplimos con el sentido del deber a la que nos comprometemos desde el primer día que postulamos al Colegio Militar Leoncio Prado. Pepelucho, era el más feliz de la nueva promoción, nunca dejó de sacrificar sus propinas para adquirir las fotografías de muchos acontecimientos que hoy guarda como tesoro y recuerda con cariño al fotógrafo Matos, que siempre lo buscaba para entregarle las tomas más interesantes en el colegio; guarda hermosos recuerdos de sus tres maravillosos años de cadete leonciopradino, con sus mejores amigos, con los lugares que nunca olvidará a pesar de haberse cambiado la infraestructura de nuestro querido colegio militar.
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Hoy, existen infinidad de recuerdos fotográficos, que se encuentran en los archivos personales de Pepelucho y también en el uso de artículos narrativos que se publican en La Gaceta Leonciopradina, Asociación Leonciopradina y otras publicaciones, que nos obsequia nuestro querido hermano, porque su más preciado tesoro lo comparte con su gran nobleza leonciopradina, a todo aquel que desea comunicar nuestros más bellos momentos que vivimos y compartimos como verdaderos hermanos de sangre, de sangre azul distinguida, por la unión que alumbra eternamente, nuestra… Antorcha Leonciopradina.
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Las caras interrogantes de la XIX promoción poco a poco volvieron a llenarse de alegría, de emoción y de entusiasmo, al ir conociendo que las viejas tradiciones leonciopradinas, eran únicamente para formar sus carácter e integrarlos a la vida castrense que regía las actividades de su alma mater. Llegaba nuevamente el tiempo del frío y de la lluvia y conocieron los avatares de los servicios de imaginaria, de cuartelero y sobre todo las salidas de marcha de campaña todos los días sábados, antes de la salida de paseo con su hermoso uniforme de cadete leonciopradino. Pepelucho además conoció al inolvidable enfermero Santos que al estar internado en la enfermería, ayudó a curarlo a puro antigripal que era la pastilla mágica que nos curaba todos los males, claro, además bajo los cuidados del Dr. Ponce; pero lo más significativo para él, fue constatar que no era un sueño la hermandad leonciopradina, porque recibía la visita y preocupación de sus hermanos de cuadra quienes jamás dejaron de ir a visitarlo después de clases y antes de la salida de los fines de semana, hasta que se recuperó y volvió a ejercer la rutina, tan añorada hoy en día, de nuestra vida de cadete del Colegio Militar Leoncio Prado.
La hermandad leonciopradina, se le va descubriendo poco a poco, sin darnos cuenta. José Luis Villavicencio Aranibar al igual que sus hermanos de la XIX y de todas las promociones, en el día a día, en las puestas de “chapas”, en las bromas, en las visitas al hermano durante su enfermedad en la enfermería, en los castigos a toda la cuadra por no delatar – en indisciplinas de poca trascendencia – a algún compañero de sección, en quedarse en reemplazo de un servicio de cuartelero, sábado y domingo por tener urgencia un hermano en salir los días de paseo, en ir estimando a su promocional a pesar de ser de distinta raza, de diferente estrato social, olvidándose de los apellidos de abolengo, va naciendo ese hermoso cariño, esa gran entrega al hermano que jamás olvidamos a pesar de distancias y de años que van pasando en el tiempo, pero van acrecentando el amor de hermanos que nacieron el mismo día de la incorporación para conformar una nueva promoción del Colegio Militar Leoncio Prado. Nuestro querido Pepelucho, por ser un adolescente provinciano, amante de sus creencias ancestrales y tener una formación familiar, hermosa en amor de padres a hijos fue haciéndose querer por su forma de ser en todas las actividades del colegio, en el apoyo a sus hermanos, en ser siempre un cadete correcto, estudioso y entusiasta para la música en la que pudo destacar en la orquesta leonciopradina; se hizo querer en sus tiempos por toda su promoción y ahora en nuestro tiempo del otoño, por todos los excadetes de nuestra alma mater, que hemos llegado a conocerlo: siempre dispuesto a colaborar en las distintas ceremonias sociales, deportivas y sobre todo en estar participando y propiciando la unión de toda nuestra comunidad leonciopradina. Pepelucho, es un hombre bueno y generoso, digno representante de un caballero cadete del Colegio Militar Leoncio Prado.
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Fueron tres inolvidables años, que vivió conforme a su sueño, allá en la Incontrastable ciudad de Huancayo. Guardaermosos recuerdos y fotografías de sus hermanos de sección y de promoción. Llegó a salir entre los primeros en el Curso de Monitores y estuvo a cargo de la 7ma. Sección de cuarto año, de quienes guarda un profundo respeto y afecto. Siempre se reúne con ellos y gozan con los recuerdos inolvidables de sus años maravillosos, sobre todo reconociendo en Pepelucho su excelente comando. Jamás podrá dejar de recordar el Baile de promoción donde cada uno gozó de una bella reunión con sus parejitas de ese bello tiempo. Pero además ya iban determinando la continuación de sus vidas. Todos salieron a enfrentar el reto que nos da el destino y hoy la XIX promoción le ha dado a su país excelentes profesionales, deportistas, militares, magistrados, políticos, que hoy prestigian a nuestro querido CMLP y el Perú.
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José Luis Villavicencio, nuestro gran Pepelucho, siempre fue el hombre hormiga de la promoción, durante el colegio y después de egresados. Ha sido múltiples años presidente de la XIX CMLP y fue en sus Bodas de Oro el principal organizador y con sus hermanos de promoción tuvieron el mayor éxito en sus celebraciones. Ya en sus cuarteles de invierno sigue colaborando con toda la asociación de excadetes y nuestra alma mater.
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José Luis Villavicencio Aranibar, conoció a su bella y querida esposa Silvia Misé Sosa en la ciudad de Chiclayo en 1957 enfermera de profesión, especializada en Geriatría sigue laborando profesionalmente. Son muy felices con sus hijos: Claudia, José Luis y Silvana. Nuestros queridos amigos José Luis y Silvia, se juraron amor eterno en 1975 llegando al altar ante Dios nuestro Señor.
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Mamá Vicky siempre al lado de su engreído, acompañándolo con su esposa Silvia y a sus hijos: Claudia que estudió en el Colegio Shopianum y Beata Imelda de Chiclayo, concluyó sus estudios profesionales en la Universidad San Ignacio de Loyola y tiene hoy, el título de Licenciada en Marketing, con doble maestría en Administración en CENTRUM, reside actualmente en Bogotá-Colombia. José Luis, estudió en el Colegio de La Inmaculada y culminó estudios universitarios en la PUC, recibiéndose de Ingeniero de Sistemas, con doble maestría en CENTRUM y es ejecutivo en VISANET y la tercera Silvana que estudió en el Colegio Beata Imelda y Santa Úrsula, culminó sus estudios profesionales en la Universidad Nacional de Piura y es Licenciada en Servicios con Maestría en Hotelería y actualmente ocupa el cargo de Gerente en el Hotel Paracas.
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Suenan los tambores, los platillos y cornetas y José Luis Villavicencio Aranibar marcha al frente de su batallón, orgulloso y feliz de haberse convertido en un caballero cadete leonciopradino. Los excadetes inician su marcha con los hermanos en sillas de ruedas por acciones militares. Comienza el paso de desfile con la mirada al frente, la cerviz levantada, henchidos de su pasado militar mientras el bombo marca la cadencia de sus pasos y él, nuestro querido hermano Pepelucho,con el siempre porte militar y gran amor a su alma mater, marcha con gallardía llevando y mostrando con gran orgullo a su más grande amor…el estandarte de la XIX promocióndel… Colegio Militar Leoncio Prado.
¡SEGUIREMOS BRILLANDO, SIEMPRE, COMO AZUL HOGUERA!

Rodolfo ‘Tombito’ Mendoza XVI CMLP

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