sábado, 28 de enero de 2017

El coronel y el corneta


mendoza-rodolfo-16
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EL CORONEL DIRECTOR Y EL CORNETA DEL GLORIOSO CMLP
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Lo mismo que todas las noches a las 21:00 horas, el viejo corneta –soldado del ejército peruano– efectuaba el toque de silencio. Era la noche anterior que empezara el derrumbe de toda la vieja infraestructura del Colegio Militar Leoncio Prado. Mientras sostenía su corneta y apretaba sus labios para soltar el sonido que anunciaba el término de todas las actividades cotidianas, miraba a su alrededor, y veía las cuadras de quinto año “Dullio Poggi”; ya no más el caminar de los cadetes, el corretear por las escaleras, bajando para la formación de todas las mañanas, tampoco se verían más las formaciones de las “vacas”, cuando el capitán jefe de año requería dar instrucciones para las marchas de campaña de todos los días sábados y autorizar la salida de paseo de cada semana. El triste sonar de la corneta se incrustaba muy dentro del corazón del soldado. Miraba, entonces, el tradicional estadio, el cual ya no sería el mismo para las prácticas del fútbol, que tanta gloria dieron al querido colegio militar. Ya no serían las mismas pistas atléticas donde grandes atletas como Luis Huarcaya, Gerardo Di Tolla, Roberto Abugattás, Alfredo Deza, Oscar Canqui, Luis Arbulú y tantos otros campeones que nacieron en la vieja pista y que dieron triunfos gloriosos a sus promociones y a su querida alma mater, así como a nuestro amado Perú.
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No pudo dejar de escapar algunas lágrimas de nostalgia y amor a todo lo que representaba para él, las instalaciones que guardaban los cuatro viejos muros que ahora verían nacer un nuevo Colegio Militar Leoncio Prado. Limpió su corneta, la llevó al Detall, la guardo, no sin antes darle un beso cariñoso. Limpió sus borceguíes, se acomodó la corbata, la cristina y el capotín. Caminó rumbo a las aulas y se detuvo en la Capilla del colegio, oró con mucha devoción:
“Señor, Dios del universo, del cielo y la tierra, te pido perdón por mis pecados y ruego a ti padre celestial que todos los excadetes del amado Colegio Militar Leoncio Prado, puedan a base de sus esfuerzos lograr sus sueños, conseguir ser profesionales, técnicos, empresarios, y en cualquier campo que ellos escojan. Ilumínalos para que sigan el buen camino, guíalos por el sendero del amor y la paz. Acepta mis ruegos para que ellos, mis queridos cadetes, llenen de gloria al CMLP y engrandezcan nuestro querido Perú. He tocado el último Silencio, mi corneta quedará guardada hasta el día que tenga que ir a Tu lado. Me llevo el más hermoso recuerdo de haber compartido con adolescentes que iban convirtiéndose en una juventud pujante, que se iniciaron bajo las duras tradiciones de su nuevo centro de estudios, y que fueron aprendiendo lo que significa: el compañerismo, la lealtad, solidaridad y,  sobre todo, el amor a la patria. Ellos, serán siempre la mejor experiencia de mi vida. Amén”
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                       Cadete Monitor David Ojeda Parra y compañeros de la XXXV CMLP                            

                  
El viejo Corneta, soldado de profesión, se levantó entonces y abrigándose con las solapas del capotín verde, metió sus manos en sus bolsillos y siguió su nostálgico caminar. Una fría brisa marina le escarapeló el cuerpo, prendió entonces un cigarrillo y se dirigió a las viejas aulas que ya se encontraban clausuradas y pateando las vallas de madera, ingresó a las aulas de tercer año y recordó cuando en las noches los novatos cadetes, todavía sorprendidos y con un comprensible temor a las viejas tradiciones, se juntaban en grupos y comentaban sus nuevas experiencias de estudiantes-militares. También recordaba, a los emocionados “chivos” cuando se ingeniaban para hacer cuadrar a los “canes” y comenzar a ejercer su grado de cadetes superiores. Además, sonreía al ver con los ojos de sus recuerdos, a las reposadas “vacas” impidiendo el abuso de los cadetes de cuarto. Ellos ya eran los técnicos del CMLP y por lo tanto, iniciaban la tradición de ser ejemplos de disciplina y amor a nuestra querida alma mater. Ese era uno de sus más bellos recuerdos de su vida en el colegio militar. Ingresó a un aula y creyó escuchar el sonar de carpetas, el sonido de unión de tacos de borceguíes y un fuerte ¡Atención! del cadete brigadier del aula. Se paseó de una lado a otro, miró en su soñar a sus cadetes y se dijo para si “esta vez he sentido la demostración de disciplina y respeto militar para un viejo soldado corneta del CMLP”.
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Continuó su triste paseo y llegó a la Siberia y recordó a grandes cadetes como Dullio Poggi, Alberto Terry, Manuel Scorza, Roberto Abugattás, Alfredo Deza, Oscar Canqui, Luis Arbulú, Isaac Goldemberg, Guido Lombardi, César Hildebrandt, Luis Huarcaya, Carlos Garayar, Hernán Couturier, Richard Pitot, Luis Gonzales-Posada, César Martínez Uribe-Restrepo, Abilio Fox Calle, y tantos leonciopradinos que han destacado en diferentes ramas profesionales. Ser testigo, ahora en el transcurrir del tiempo, cómo aquellos jóvenes cadetes de uniforme beige, han podido a base de sus estudios, haber llegado a lograr sus hermosos sueños de grandes escritores, profesionales de prestigio, y militares que han ejercido la dirección general de nuestro amado CMLP. “Gracias Dios mío, por haberme permitido conocerlos y poder haber visto sus logros. Los vi correr para las formaciones, cuadrarse al izamiento de nuestra bandera peruana, desfilar en el patio central con los fusiles al hombro y con paso marcial. Gracias Dios mío”
– ¡Soldado, que hace usted metido en estas aulas clausuradas. No sabe que está prohibido!
– ¡Lo siento, mí coronel… es la nostalgia, permiso para retirarme!
– ¡Su nombre y grado!
–  ¡Soy… el corneta, mi coronel!
El director, Coronel E.P. David Ojeda Parra (XXXV-CMLP) – hoy General E.P. – sintió un punzón en su corazón. ¿Qué hacía, también él, en las viejas aulas que lo vieron sentarse en las ya inexistentes carpetas? Al tomar conocimiento del derrumbe general de la infraestructura de su querido colegio militar, lo había hecho quedarse hasta altas horas de la noche, por ese motivo sorprendió al corneta que al igual que él, lo abrumaba el dolor de ya no ver más al Cuartel Guardia Chalaca, que albergó por muchos años a los gloriosos cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado. Y abrazando al viejo soldado, caminó con él y le dijo “esta era mi aula, aquí me formé en tercer año y mi sueño fue retornar algún día como Coronel-Director de mi alma mater.
–  Y su gran sueño, se cumplió mi coronel. Dios lo bendiga. Coronel, debo caminar a dos pasos atrás de usted…
–  No, no digas eso corneta. Hoy somos hermanos del mismo sufrimiento. Vamos, caminemos juntos…
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Coronel Director David Ojeda Parra al frente de la XXXV CMLP
El soldado y el coronel, caminaron llenos de emoción, recordando innumerables anécdotas, por todo el viejo colegio y sus nostalgias fueron amenguadas con la triste pero hermosa realidad, que ahora el CMLP sería un colegio moderno, con una infraestructura con todos los adelantos que mejorarían en todos los aspectos, para bien de las nuevas generaciones Leonciopradinas.
– ¿Sabes soldado? “Ya no estaré en el nuevo CMLP, pero estoy feliz de haber contribuido para que ahora podamos albergar y entregar a los nuevos cadetes un gran colegio, que seguirá formando a estudiantes, que nos llenarán de orgullo al verlos vestir el uniforme leonciopradino y verlos al final de sus tres años de estudios, preparados para los retos que deberán asumir para el orgullo de sus padres y el engrandecimiento de nuestra patria”.
Llegaron al pabellón central, saludaron la efigie de nuestro patrono, se abrazaron fuera de protocolo castrense y después del saludo militar de subordinado a superior, cada uno tomó su rumbo. Uno, subió a su vehículo y tomó el camino de la puerta principal, el otro se dirigió a su cuadra, pero los dos sentían la misma emoción de haber visto por última vez, con amor y orgullo, al viejo e inolvidable… Colegio Militar Leoncio Prado.

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